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Había una vez un señor que tenía un pingüino. Cuando
paseaban juntos de la mano, la gente los miraba muy extrañada pero a ellos no
les importaba.
Un buen día, un policía los paró en la calle:
-
¿No sabe usted que está prohibido andar por la calle con pingüinos?
-
Disculpe, no lo sabía- contestó el señor.
-
Bueno, pues no lo vuelva a hacer-le ordenó el policía-. Debe llevar el
pingüino al zoológico.
-
¡Qué buena idea! ¿Cómo no se me ocurrió antes? Muchas gracias- dijo el
señor, y agarrando la mano, digo la aleta, del pingüino se fue calle abajo.
Al día siguiente, el policía
vio aparecer de nuevo al señor con su pingüino. Venían muy contentos y parecía
que tenían prisa.
El policía se acercó a ellos
con grandes pasos y dijo muy enfadado:
- Pero, señor, ¿no le dije
que llevara el pingüino al zoológico?
- Sí - dijo el señor-, sí me acuerdo. Al pingüino
le gustó mucho el zoo, se divirtió mucho. Vimos las focas, los leones, los
camellos…, pero disculpe, señor policía, tenemos prisa. Otro día se lo
contaremos con más detalle. Ahora llevo
al pingüino al cine.
Cuando se fueron al cine
vieron una película que se llamaba “Los pingüinos de Madagascar”. Les gustó
mucho y además lo pasaron muy bien.
Al día siguiente el señor
volvió a pasear al pingüino y el policía se acercó muy enfadado:
- Se lo voy a decir por última vez:
¡debe llevar el pingüino al zoo!
- ¡Pero si ya lo llevé!- respondió el
señor.
- ¡Que
ya lo llevaste! , pero no me refería a eso! .Vera señor, llevar un pingüino por la calle está prohibido porque no es el
sitio más adecuado para que viva!
El señor muy triste tuvo que
llevar el pingüino al zoo y sus días fueron completamente diferentes. Estaba
deprimido y sin energías
El señor recibió una carta
que le enviaron los del zoo. En la carta ponía que el zoo le ofrecía un puesto
para cuidar los animales, entre ellos el pingüino. El señor, lógicamente aceptó
y desde entonces fue muy feliz porque
cada día pasaba ratos agradables con el
pingüino.
Oihane
LH 3. zikloa
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