-Tienes las patas muy cortas, le decía la liebre a la tortuga.
La tortuga que era muy paciente le contestó:
- Puede que tú seas más rápida que yo, pero seguro que la carrera la ganó yo.
La liebre y la tortuga se despidieron hasta el día de la carrera. Llegó el día de la carrera y la liebre y la tortuga salieron al mismo tiempo. La liebre corriendo con todas sus fuerzas, la tortuga pasito a pasito.
La liebre como corría tanto, se confió y paró a descansar en la sombra de un árbol y se durmió. La
tortuga iba avanzando. Pasó en frente de la liebre y siguió la carrera. Cuando la liebre despertó y
cuando vio que la tortuga estaba a punto de acabar la carrera, echó a correr con todas sus fuerzas, pero no pudo vencer a la tortuga porque ya había llegado a la meta.
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